jueves, 25 de diciembre de 2008

Tiempo estimado de lectura de, aproximadamente, 4 a 5 minutos.

No hay Libertad si existe una elección.


Hace tiempo leí algo absolutamente diferente a muchas de las cosas que había leído sobre la Libertad, y lo leí de Jiddu Krishnamurti.

Él dice que no hay libertad si existe una elección.

Y es que a nivel de la mente yo creo que Jiddu tiene razón.

Supongamos que yo vea el primer amanecer de mi vida y, supongamos también, que me guste lo que veo: el sol saliendo del horizonte, los colores que se forman en el cielo y en las nubes, etc..

En este primer encuentro con un amanecer mi mente alojará en la memoria la percepción de lo que ve y las sensaciones tras aquella percepción. Como el amanecer me agrada diré: ¡Qué lindo amanecer!

Después de esta vivencia mi mente y mi memoria formarán una referencia llamada amanecer y yo le sumaré a esto el hecho que fue lindo. De ahora en más, mi referencia -dada por la observación de este primer amanecer- será mi regla.

Cuando tiempo después me toque presenciar un nuevo amanecer, mi mente recibirá la información de los sentidos, la contrastará con la memoria, y, si lo que ve ahora es tan o más hermoso que lo que vio anteriormente, mi mente -o sea, yo mismo- dirá: ¡Qué lindo amanecer! Por el contrario, si lo que ella ve no supera la percepción y sensaciones anteriores, me podría hacer decir que este amanecer no fue tan bueno como el anterior.

Cuando la mente dice 'frío', 'caliente', 'feo', 'bello', 'lejos', 'cerca', etcétera, al parecer, está eligiendo. Y esto se entiende por el hecho de que cuando la mente crea una referencia, la recuperación de ésta por parte de la memoria, es un acto de la voluntad.
Cuando uno dice que algo es bello o feo está eligiendo en función de lo que contrasta en su propia memoria.

No habría ningún inconveniente hasta aquí si no se observa que la mente es limitada. Y todo límite es como una caja auto-contenida. Todo aquello que tiene límite es medible, y para que las cosas sean medibles se debe establecer una regla, esto es, poner un vidrio delante de los ojos para decir que las cosas son de esta manera y no de otra: optar por una referencia.

Cualquier experiencia que uno tenga es una vivencia que se está teniendo. Si al momento de vivenciar algo uno interpone una categorización -lindo, feo, alto, bajo...etc.- logra perder la vivencia.

Categorizar es una regla de medición, una pauta que mide las cosas. Uno de los problemas de tener una regla para medir cualquier cosa es que la costumbre provoca que con la misma regla -hecha para medir ese caso específico- se quiera medir las cosas que son de naturaleza diferente.

Se pierde la vivencia por dos motivos: la utilización de una pauta otorga resultados limitados por la misma pauta limitada (la experiencia ingresa a la mente cortada e incompleta); no se puede prestar atención a la vivencia y al trabajo del intelecto simultáneamente: o se categoriza o se vivencia.

Cuando el pensamiento dice que este amanecer es hermoso, estrictamente, no se da cuenta que la palabra hermoso nada tiene que ver con el amanecer en sí mismo. Pero, a la hora de dar categorías a las cosas, creemos que el relato es el acontecimiento (-Chango, la palabra no es el hecho, te diría yo :p ) y la vivencia se desmorona.

Si el ideal de Libertad existiese, una mente limitada no podrá advertirla.

Por comodidad, algunas veces, adoptamos una regla para medir las cosas.


Todo punto de referencia es una regla.

Si se quisiese medir cierta altura utilizaríamos una herramienta de medición en base a una regla predeterminada: 1 metro son 100 centímetros, por ejemplo. La adopción de esta pauta es arbitraria y no se basa en lo que es. Pero, el caso es que, la utilización de una regla para medir cualquier cosa, sólo genera limitación: con una regla de medición sólo se puede medir alturas y distancias, nada más.

Si la mente se aferra a la pauta que generó, ve todo según le permite la pauta y, como la pauta es siempre limitada, verá sólo hasta su limitación.

Si vos y yo estamos de acuerdo en algo, convenimos. Juntos podemos convenir en llamar a aquél objeto mesa. Nosotros estaríamos de acuerdo por el hecho de que es cómodo para ambos llamar a ese objeto de la misma manera: mesa. Cuando convenimos en otorgarle a un objeto el nombre de mesa, lo que estamos haciendo es fijar una pauta.
Lingüísticamente (y hasta por ahí nomás), el criterio por el cual se fijan los sonidos de los objetos con los cuales convivimos días tras día, es arbitrario: no hay nada en el objeto 'mesa' que tenga realmente que ver con el sonido mesa. Otorgarle a una cosa o acontecimiento una categorización -esto es, ponerle mesa a determinado objeto o decir bello a determinado acontecimiento- es fijar una pauta mediante el trabajo del intelecto.

Krishnamurti dice que si vos creés que el sonido mesa tiene que ver con el objeto 'mesa', no estás viendo al objeto mesa tal cual es; él te diría:
- Chango, la palabra no es el hecho.

Cuando uno accede a la memoria lo que hace es obtener unos datos según las impresiones que permitieron guardarlo. Es por eso que dos hermanos a quienes los retó la madre cuando niños, pueden tener diferentes conceptos respecto de la cagada que le pegaron: uno puede decir que fue justo y el otro que fue injusto. En el arte, dos pinturas puede ser interpretadas de manera diferente y si hubiese coincidencia, sería sólo eso, una coincidencia, ya que un objeto artístico -como una pintura- puede generar diferentes apreciaciones según los datos abstraídos por quien observa.

Con esto no quiero referirme a que los humanos siempre serán subjetivos, sino más bien, a que siempre que uno genera un pensamiento lo hace a partir de algo prefijado en la mente. Y la perfecta Libertad -de la cual me nutro cuando leo a Krishnamurti- no puede manifestarse en una mente que fije patrones, reglas, acuerdos, convenciones y pautas.


Todo aquello que es no está acompañado por nada, es uno y solitario.

Digamos lo siguiente: yo soy Occidental, Americano, Latinoamericano, Sudamericano, Argentino, Norteño, Tucumano, Estudiante, Deportista, Hijo, Hermano, Humano: en definitva, yo soy. Antes y después de todas las caratulas que nos pongamos, siempre quedará el reducto mínimo de lo que verdaderamente somos: unos algos en esta parte del Universo.

Incluso la denominación de ser es también una categorización, por eso se dice que el lenguaje del Dios es muy parecido al silencio.

Lo que intento decir es que quizás, profundamente, no exista lo bueno y lo malo, sino, simplemente, la manifestación de algo. Y esto pudiera entenderse si traemos a nuestra consideración que nuestro Universo tiene aproximadamente 12,7 mil millones de años y, que nuestro Planeta, unos 4.500 mil millones de años. Cuando pensamos en el Planeta Tierra y entendemos que huracanes, terremotos, tsunamis se han dado a lo largo de toda su historia, incluso sin que el ser humano esté allí para decir que son una catástrofe -o algo malo-, podemos entender también que los acontecimientos de la Naturaleza corresponden a un ciclo antiquísimo y que están muy lejos de las categorías de bueno y de malo. Esto es, y humildemente creo yo, una verdad trascendente.

Las cosas que son, son solas, unas y solitarias...

Volviendo al tema de la mente -y suponiendo que ella sea algo limitado- se podría decir que es limitada por razones de su propia naturaleza o se hace limitada a través del tiempo. De todos modos, cuando la mente se limita lo hace por los acondicionamientos externos (como los que vienen de la sociedad) o por los acontecimientos internos (como los que yo mismo me impongo).

Yo creo que el condicionamiento de la mente viene dado por la afinidad que ella tiene por las estructuras (tema, quizás, de otro escrito): Pienso que la mente absorbe y aprende a través de estructuras o bloques de cosas. Y una estructura es algo duro, rígido, quieto, una condición para la firmeza.

Con una mente limitada no se puede hacer algo nuevo, no se puede cambiar, no se puede ser feliz ni dejar de sufrir. Una mente condicionada está limitada a hacer y ver siempre lo mismo, y, en todo caso, lo que verá y lo que hará, no formará parte de las cosas como son, sino, de las cosas como ella creé que son.

La naturaleza humana no se rige por ningún cánon preestablecido.

Recuerden que un paradigma es un modelo de algo, como por ejemplo, el paradigma de la belleza según los cánones de estética occidental: mujeres delgadas, con determinadas medidas en el cuerpo, rostro simétrico, etcétera. Un paradigma es la expresión de un punto de vista sobre cualquier cosa, es un esquema que puede vertir conceptos respecto de algo. Todo esto viene a colación por el hecho sustancial de que un paradigma que creó el problema no podrá resolverlo; en otras palabras: los pensamientos que crearon la dificultad, dificilmente, crearán la solución. He ahí la limitación de una mente condicionada.

Ahora bien, si existiera la posibilidad de ver todos los amaneceres sin que haya la actividad de la memoria, sin que se forme una nueva referencia, sin que se diga feo o bello, es posible que asomaría una nueva forma de estar en el mundo.

Creo que una mente fresca, nueva, sin ataduras, es algo que no es una mente, y es algo sin límites.

Y quizás, lo que asome, después de no hacer lo que la mente acostumbra a hacer, sea la Libertad sobre la que leí que hablaba Krishnamurti.

Un abrazo para todos.

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