jueves, 1 de enero de 2009

¿Hay que matar a los homosexuales?

¿Es indispensable sancionar la pena de muerte a escala mundial -tal como ya lo han hecho algunos países- por el presunto delito de homosexualidad?

No es una inquietud superficial, ni mucho menos un invento periodístico. Dentro de menos de dos semanas, específicamente la fecha máxima es el 18 de diciembre, las Naciones Unidas -antes de comenzar el receso de fin de año de la Asamblea General en Nueva York- debe tratar una declaración despenalizando a la homosexualidad. Y ustedes tienen derecho a preguntarse, en la Argentina o en cualquier parte del mundo que me estén escuchando, ¿cómo es posible hablar de despenalizar lo que no es un delito? ¿Es que acaso hay países que sí lo consideran como delito?

Por supuesto, y no solamente esto es así, no solamente hay siete países del mundo -los siete islámicos- que han declarado la pena de muerte para el delito de homosexualidad, sino que –precisamente- haciendo lobby para que las Naciones Unidad no despenalicen la homosexualidad, el estado Vaticano se encuentra ante la difícil y problemática situación de tener que diferenciarse de una radicalidad extremista de otra confesión religiosa.

¿Cuáles son los países que han establecido en sus respectivos códigos internos que la homosexualidad es un delito castigado por la muerte? Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, la República Islámica de Irán, la República Islámica de Mauritania, Sudán, el Yemen y Nigeria -una nación africana en la cual mucho de los estados islámicos han proclamado también la pena de muerte.

La iniciativa -que viene prosperando, pero con severos problemas en las Naciones Unidas- tiene su núcleo en el párrafo 11 en donde se incluye a los gays, a las lesbianas, a los bisexuales y a los transexuales como parte de una misma problemática, pidiendo a los países que tomen las medidas necesarias, administrativas y legislativas, para garantizar que la orientación sexual y la identidad de género no sean bajo ninguna circunstancia causa de sanción penal, en particular y por lo que yo venía diciendo acá se explica: ejecución, arresto o detención.

Esta mención a la pena capital tiene que ver con el hecho pocas veces revelado -y que tiene muy poca prensa del lado progresista- de que en el corazón del mundo islámico la homosexualidad es uno de los asuntos centrales a castigar, así como la independencia de las mujeres.

En la versión extrema islámica, que desafortunadamente parece cundir en muchos países del mundo, la actitud ante el género es muy clara, muy evidente y no puede separarse la una de la otra. Hay un ataque letal contra la preferencia sexual y hay, por otro lado, una clara decisión a mantener a la mujer en una condición visiblemente subordinada a la del hombre.

Para el Vaticano es una situación compleja, difícil porque efectivamente los países musulmanes mas extremos se valen de la actitud del Vaticano que no quiere que se despenalice la homosexualidad aun cuando, por otro lado, la Santa Sede se afana por explicar que de ninguna manera pretende que se castigue con pena de muerte la homosexualidad –que, por otro lado, goza de tan buena salud dentro del propio corazón de la Iglesia Católica, como lo han demostrado en infinidad de episodios.

Lo cierto es que estamos frente a un paradigma cultural verdaderamente fascinante. Mientras que una cantidad muy grande de países del mundo pretende efectivamente eliminar el baldón de la criminalización de la homosexualidad, hay un núcleo duro en el mundo islámico que tiene su contraparte en el propio mundo católico que precisamente se opone a esta apertura pensando que de alguna manera atentaría contra el matrimonio tradicional entre heterosexuales.

Hay países de Europa, mientras tanto en el otro extremo, como Holanda, como Bélgica, como España, como Canadá en América del Norte que están en el extremo opuesto precisamente permitiendo las uniones de homosexuales sin que tengan necesariamente rango matrimonial.

Lo interesante, y lo que a mi modo de ver es la frutilla de este postre, es que estas son cuestiones que difícilmente debatan aquellos que se llenan la boca alegando que el terrorismo fundamentalista es la respuesta a la explotación del imperialismo capitalista.

Desde la progresía está prohibido hablar de éste hecho tan relevante en el corazón del islamismo mas radicalizado y extremo lo que prevalece es, básicamente, una orientación medieval, retardataria y absolutamente machista.

Pepe Eliashev


Fuente: http://blogs.perfil.com/podcast/index.php/2008/12/05/matar-a-los-homosexuales/

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