sábado, 7 de febrero de 2009

Un momento en la vida del universo

La edad del universo físico detectable no se conoce. Cuando comenzó la radioastronomía y el estudio de los espectros estelares (a principios del siglo XX), se le atribuyó una edad mayor, cercana a los 20 millardos de años. Luego, modelos más aceptados han reducido esa cifra a entre 12 y 15 millardos. Esa es una cantidad pasmosa de tiempo: lo que ha tenido que transcurrir desde el pretendido Big Bang hasta nuestra sociedad, que al menos puede calcular y soñar.

Para no entrar en polémicas, digamos sin mayor discusión, que son 15 mil millones de años de historia cósmica. El asunto es que la vamos a compactar en un día. Todo ese inimaginable tropel de energía en 24 horas.

Cada hora equivaldría a 625 millones de años. Si retrocedemos ese tiempo llegamos a un planeta Tierra con sus primeras formas de vida. Los fósiles más antiguos tienen 600 millones de años aproximadamente. Sesenta minutos abarcan un ciclo completo de vida, en una hora se llega de bacterias a personas capaces de leer un blog.

Secamente, un minuto contendría 10 millones cuatrocientos mil años. Hace tanto tiempo ya existía el primer homínido, salido de África y extendido a buena parte de Asia. Nada de piedras pulidas, ni dibujos en cuevas, ni fuego manufacturado… Esos sesenta segundos, tan comunes y ligeros (“minuto” viene del Latín para “pequeño”) nos llevan a una fase cuadrúpeda de nuestros antepasados.

Un segundo (al cual dedicamos una entrada) comprimiría 173 mil seiscientos años en su parpadear. Hace poco menos que tal intervalo, el homo sapiens en su forma moderna ya deambulaba por este mundo y presenciaba el inicio de la última glaciación.

La mitad de un segundo encerraría 86.800 años. Tal intervalo atrás la última glaciación sometía con su gélido yelmo a más de la mitad del planeta. El homo sapiens moderno se diseminaba a lo largo y ancho de Eurasia. En la mitad de un segundo un corredor olímpico puede dejar atrás cinco metros, pero en su equivalente histórico, nuestros antecesores están todavía a casi 80 mil años de la historia.

El récord mundial de los 100 metros en carrera olímpica lo tiene el norteamericano Justin Gablin, quien en Qatar el 12 de mayo de 2006 paró el reloj a los 9,76 segundos. Eso significa, nueve segundos y 7,6 décimas o 76 centésimas de segundo.

Una décima de segundo (1/10) en nuestro juego da cabida a 17.361 años, tiempo en el cual ya era inminente el dominio de nuestra especie: con fuego y armas, artes y lenguaje, simbología y religión, una mentalidad abstracta que pronto desarrollaría la agricultura y las primeras ciudades.

En una centésima, en el ejercicio que nos ocupa, ocurren 1.736 años. Esa cantidad atrás nos lleva al 270 dC, un período de gran crisis para el Imperio Romano (incluso el Emperador fue llevado cautivo a Persia).

Una milésima de segundo significa 173 vueltas al sol. En 1833 el imperio británico abolía la esclavitud en su vasto dominio, las guerras carlistas comenzaban en España y, un año después, finalizaba la Inquisición en ese reino. Para entonces, Simón Bolívar tenía tres años fallecido en suelo de la Gran Colombia y las repúblicas que había libertado ya tomaban sus propios caminos.

Una millonésima de segundo llega hasta poco más de un mes. A ver, hace un mes ¿qué estaba usted haciendo?

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