martes, 24 de febrero de 2009

Los Mormones y su extraño origen

Tocan los domingos los mormones a tu puerta?




Traen consigo el mensaje de Joseph Smith!!! un mensaje del lejano noroeste allá por 1820...
Fue cuando las visiones de José Smith le indicaron donde exhumar unos antiguos registros escritos sobre planchas de oro, que contenían un compendio histórico de la "América antigua". En tal compendio se afirmaba que un profeta llamado Mormón había resumido, hacia el año 344, los registros de los descendientes de un grupo de inmigrantes provenientes del reino de Israel que habían llegado navegando hasta América 600 años antes de Cristo y que habían dado origen en parte a los pobladores amerindios encontrados allí por los colonizadores posteriores.



Al final del post esta el Testimonio de los Tres testigos

Smith dijo que Moroni, hijo de Mormón, escondió posteriormente el libro en una colina, actualmente conocida como cerro Cumorah, en el Estado de Nueva York, y añadió que en 1823, el propio Moroni, en forma de ángel, se le apareció para decirle dónde estaba escondido el libro y que Dios quería que lo tradujese. El libro incluye, también, el relato referente a la visita que Jesús de Nazaret habría realizado al continente americano después de su resurrección. El libro se publicó por primera vez como el Libro de Mormón en 1830 en inglés y hacia 1886 en español.[9] Algunas denominaciones del movimiento de los Santos de los Últimos Días en el presente han cambiado el nombre que Smith le dio al libro, llamándolo, por ejemplo, Los Anales de los Nefitas.[4


En la primavera de 1820, en el otro lado del mundo, Dios se apareció a un joven de 14 años llamado José Smith, lo que puso en marcha los acontecimientos que llevaron a la "Restauración" de la antigua Iglesia de Jesucristo a la tierra.




José Smith nació en 1805, en Sharon, Vermont, situado en el noreste de los Estados Unidos. Más tarde se mudó con su familia a la comunidad rural de Palmyra, Nueva York, donde, en 1820, se había producido un despertar religioso. Confundido por las afirmaciones conflictivas de las diversas religiones, José acudió a la Biblia en procura de guía, y allí encontró un desafío: el de "preguntarle a Dios" por sí mismo. (véase Santiago 1:5 [7])

En un bosque cerca de la granja familiar, José se arrodilló a orar y, allí, en ese lugar apartado, en la revelación más espectacular ocurrida desde los tiempos bíblicos, Dios y Su Hijo Jesucristo se le aparecieron al joven y le dieron instrucciones. Se le mandó que no se uniera a ninguna de las iglesias que existían y se le dijo que Dios restauraría a la tierra la Iglesia que organizó originalmente Jesucristo con todas sus verdades y la autoridad del sacerdocio. Diez años más tarde, después de una serie de revelaciones y de apariciones extraordinarias a José Smith y a otras personas, la Iglesia de Cristo (el nombre evolucionó durante la vida de Smith) se organizó oficialmente el 6 de abril de 1830, en Fayette, Nueva York.


A lo largo de su vida, José Smith compartió y subsecuentemente escribió en repetidas ocasiones de una experiencia en su juventud, en la que vio a Dios el Padre y Jesucristo, como seres separados, quienes le informaron que la verdadera iglesia se hallaba perdida y sería restaurada por medio de él, y se le daría autoridad para organizar y liderar la verdadera Iglesia de Cristo. Smith y Cowdery afirman que los ángeles Juan el Bautista, Pedro, Santiago y el apóstol Juan les visitaron en 1829 dándoles autoridad para restablecer la Iglesia de Cristo.[4]

La primera de estas visiones fue precedida por lo que Smith describió como una confusión doctrinal predicada por varias iglesias, lo cual le llevo a recurrir a la Biblia en busca de una mejor respuesta. Algunas visiones y visitas de seres celestiales (entre ellos, Dios el Padre y Su Hijo Jesucristo) sucedieron más adelante, en las cuales afirmó haber recibido instrucciones para restaurar la verdadera Iglesia de Jesucristo. Esta Iglesia, de acuerdo con la teología del movimiento, habría desaparecido siglos atrás en medio de la apostasía

La primera visión habría ocurrido cuando, siendo un joven de catorce años, decidió preguntarle a Dios cuál era la iglesia verdadera.[5] En su autobiografía, Joseph Smith describe la visita de dos seres divinos con las siguientes palabras:
Vi una columna de luz, más brillante que el sol, directamente sobre mi cabeza; y esta luz gradualmente descendió hasta descansar sobre mí (…) Al reposar sobre mí la luz, vi en el aire sobre mí a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción. Uno de ellos me habló, llamándome por mi nombre, y dijo, señalando al otro: Éste es mi Hijo Amado ¡Escúchalo![6


EL TESTIMONIO DE TRES TESTIGOS


Conste a todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos, a quienes llegare esta obra, que nosotros, por la gracia de Dios el Padre, y de nuestro Señor Jesucristo, hemos visto las planchas que contienen esta relación, la cual es una historia del pueblo de Nefi, y también de los lamanitas, sus hermanos, y también del pueblo de Jared, que vino de la torre de que se ha hablado. Y también sabemos que han sido traducidas por el don y el poder de Dios, porque así su voz nos lo declaró; por tanto, sabemos con certeza que la obra es verdadera. También testificamos haber visto los grabados sobre las planchas; y se nos han mostrado por el poder de Dios y no por el de ningún hombre. Y declaramos con palabras solemnes que un ángel de Dios bajó del cielo, y que trajo las planchas y las puso ante nuestros ojos, de manera que las vimos y las contemplamos, así como los grabados que contenían; y sabemos que es por la gracia de Dios el Padre, y de nuestro Señor Jesucristo, que vimos y testificamos que estas cosas son verdaderas. Y es maravilloso a nuestra vista. Sin embargo, la voz del Señor nos mandó que testificásemos de ello; por tanto, para ser obedientes a los mandatos de Dios, testificamos estas cosas. Y sabemos que si somos fieles en Cristo, nuestros vestidos quedarán limpios de la sangre de todos los hombres, y nos hallaremos sin mancha ante el tribunal de Cristo, y moraremos eternamente con Él en los cielos. Y sea la honra al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, que son un Dios. Amén.
Oliver Cowdery
David Whitmer
Martin Harris

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