miércoles, 3 de junio de 2009

Yo bebí agua de manantial gratis por tres días...

...y este orate la vende a precio de curvoisier!


El sumiller Steve Rowe describe cómo las botellas del artículo más básico se han convertido en EE UU en un reflejo del estatus social.






«El agua se ha convertido en un producto de lujo, como las joyas, el vino, los coches o la moda. El mercado demanda cada vez más productos diferenciados y exóticos». Lo dice Steve Rowe, uno de los más cualificados sumilleres de aguas del mundo. Creador del primer Premium Water Summit, en Barcelona , y recientemente elegido miembro destacado del jurado del prestigioso Water Innovation Awards en Inglaterra, tiene 44 años, nació en el Reino Unido y vive en la Ciudad Condal desde hace cinco años.
Especialista en aguas, las importa y distribuye por todo el mundo: de lluvia, de icebergs, de volcán... «Lo que pida el cliente», dice. Rowe pone dos ejemplos que explican la sofisticación a la que está llegando el sector de las aguas. «Los yuppies de Nueva York ya no piden vino o bebidas alcohólicas cuando se sientan en las terrazas de Wall Street para descansar o comer entre horas de trabajo», explica. «Pero como quieren que la gente sepa que ocupan un lugar destacado y que tienen dinero, piden agua, pero agua de marca, lo más cara posible, como si fuera un vino de las mejores añadas», relata: «Es como los que se compran un coche para aparentar. El agua como termómetro de estatus social, aunque por supuesto tiene un alto componente esnob», dice. Y como los 'brokers' neoyorquinos marcan tendencia, no sería raro que en breve veamos a jóvenes pijos españoles haciendo lo propio.

El segundo ejemplo respecto al agua tiene que ver con los restaurantes de alta gama. «Han llegado a tal nivel de exigencia que la necesidad de ofrecer cosas diferentes que los establecimientos de la competencia les ha llevado a ofrecer extensas cartas de aguas, sales o aceites». Pero el lujo se ha situado a tal altura, explica, que ya se venden en España botellas de agua a 1.000 euros el litro. «Cada vaso sale a cien euros», dice entre risas. Se trata de la firma Ogo, cuya botella se vende con incrustaciones de Swarovski, contiene 35 veces más de oxígeno que lo normal y se comercializa por encargo con dos meses de espera. Sólo está disponible en una tienda de Barcelona (colmado Quilmez) y en los Vips de Madrid.


Profesión exclusiva


Steve Rowe rompe tópicos, pues asegura que el «agua no es ni inodora, ni incolora, ni tampoco insípida». Como sumiller del líquido elemento, profesión de la que sólo hay 20 en todo el mundo, cree que en general las aguas se diferencian por su procedencia. «Las que están enriquecidas con oxígeno resultan agresivas en el paladar, algo amargas en boca, y podrían ser una alternativa a las bebidas energéticas: oxigenan la sangre», asegura.
Rowe destaca la Cloud Juice: 9.750 gotas de agua pura de lluvia en cada botella, 400 veces más pura que los estándares mundiales. «Se recoge en una pequeña isla vecina a Tasmania, King Island». También ensalza la Berg: «Un empresario de Nueva Escocia toma trozos de iceberg, los remolca con su barco, los disuelve y luego los embotella».

1 comentario:

7- cuauhtli dijo...

la gente idiota que los compra.

Si algún día tienes vacaciones yo te recomiendo ir a Catemaco y acampar en un lugar llamado "la jungla", para llegar tienes que literalmente atravesar un tramo de selva y el lugar queda como a 10-20 minutos de la ciudad.

El chiste es que tienen una poza de agua de manantial y el lugar queda justo al lado de la laguna.

sale cagador hay nos andamos leyendo.